jueves, 25 de agosto de 2011

ética argumentativa y pretensiones universales de validez

La filosofía analítica del lenguaje hoy día pone el énfasis en la “intencionalidad” de lo que quiso decir el sujeto comunicante, más que lo que dijo realmente, de ahí que se diferencie entre un lenguaje ilocucionario y un lenguaje perlocucionario, donde lo relevante estaría en la reacción que queremos provocar en los demás (Austin y Searle, sobre todo). Y tambien se puede analizar así en el llamado ultimo Wittgenstein y después con el actual filósofo alemán Jurgen Habermas en tanto a esa lógica se la llama lógica de la argumentación o teoría crítica de la razón también, que sería una “lógica pragmática” -más bien que sintáctica o semántica formal- y que se ocuparía de determinar en qué estriba la “capacidad de convencimiento” (Triftigkeit) de los argumentos en orden a la obtención de un consenso discursivo. Por “argumento” habría ahora que entender la base o justificación que nos motiva a reconocer como satisfecha la pretensión de validez de dicho juicio, tanto si éste consiste en un aserto como si en un precepto. Por tanto es muy necesaria la argumentación, cosa que a los científicos o matemáticos les cuesta a veces, pues todo lo miden como si fuese el resultado de una operación, y es necesario la explicación de los motivos que dieron lugar a la base del establecimiento de nuestras premisas. Se trata de principios universales de validez porque sus pretensiones de validez son efectivas para todos los componentes de un discurso a los que les afecta dicha pretensión y porque todos ellos acepten dichas premisas, su veracidad,, la corrección lógica del proceso y la inteligiblidad de sentido, así como una correción moral, de dirigirse hacia un fin moral de consenso.

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