lunes, 15 de agosto de 2011

el tránsito de unos dioses maternos a otros paternos

Creo que ahora resultará mucho más comprensible la correlación existente entre el derecho materno y las Erinnias, y sobre todo entre matriarcado y religión ctónica de la tierra. El derecho materno es el derecho de la vida material, el derecho de la tierra, de la que la vida toma sus orígenes. Por el contrario el derecho paterno es el derecho de nuestra naturaleza inmaterial e incorpórea. El primero de ellos es el derecho de las divinidades que habitan en las oscuras profundidades de la tierra, el segundo es el derecho del olímpico que truena muy por encima de la tierra, a la altura del Sol. El primero es el derecho físico, el segundo el metafísico. A nivel de su máximo desarrollo tanto Apolo como Atenea poseen una naturaleza metafísica: Atenea carece de madre, sale completa de la cabeza del olímpico, es decir, de la sede del más elevado intelecto divino, al igual que la palabra sale de la boca (Esquilo, Suplicantes).

El derecho materno caracteriza a la Humanidad y a su concepción religiosa en un periodo que concebía a la materia, es decir a la tierra, como la más segura sede de la fuerza material. El derecho paterno caracteriza por el contrario a un periodo en el que según lo que Plutarco otorga como mérito a Anaxágoras, junto a la materia había surgido un artífice, pero el propio Anaxágoras enseñaba que los animales habían brotado de la tierra. También Empédocles.

De este tránsito del derecho materno al derecho paterno coincide con una de las frases del desarrollo de la religión humana, y con el progreso del principio religioso material al intelectual, del físico al metafísico. Aquí se eleva, aquí se alza de la tierra al cielo. El derecho paterno emana de Zeus, el materno de la tierra.

La ley que gobierna el desarrollo de las religiones antiguas, y en general de todas las religiones, puede concebirse como un proceso de elevación idéntico.

Un estudio en profundidad de la antigua mitología hace surgir a los dioses de aquella época como pirámides, cuya amplia base reposa sobre la tierra -residencia eternamente segura para los mortales e inmortales-, "édos asphales aeí", (sede siempre segura), como la llama Hesíodo, mientras su vértice alcanza el cielo. Sus fundamentos también son ctónicos y materiales, mientras su más pura configuración final es metafísica y espiritual. Diodoro dice que los dioses egipcios parecen haber nacido todos ellos del Nilo y lo mismo afirma con referencia a la mayor parte de estos dioses Cicerón en su "De natura, deorum". Y sin embargo estos dioses al final, o al menos en el caso de Osiris, han tomado una forma espiritual, en la que el substrato material aparece como superado y relegado a un segundo plano. Los mismos Apolo y Atenea, y en particular Atenea, que en el último estadio de su desarrollo llega a ser un ser de naturaleza exclusivamente espiritual, hunde profundamente sus raíces en la materia. Un tratamiento exhaustivo de este tema requeriría un grueso volumen monográfico.

En el mito contado por Varrón, del que antes nos habíamos ocupado, Atenea representa al derecho materno, mientras que en la tragedia de Esquilo representa al derecho paterno. En él defendía el derecho de las Erinnias, en ésta el derecho de Zeus olímpico. ¿No hay quizás en esto una contradicción? En absoluto. Como pertenece esencialmente a la materia. Atenea no es en lo fundamental menos material que las Erinnias, era venerada tanto en el Metroon de Atenas como en la Elide como madre, como causa de toda generación material, como "Gygaia Agriska théa" (así define Licofrón a Atenea Ilia) y al igual que Artemis, su forma espiritual más elevada se halla despojada de todo residuo material y nace sin mediación materna de la cabeza del gran Zeus, representa al ser eterno puramente espiritual, del que el mismo Esquilo dice que se contempla a sí mismo sin estar subordinado a nadie, y del que todo dimana, del mismo modo que la palabra sale de la boca. El derecho materno del mito referido por Varrón es solamente el de la primera Atenea material, venerada como madre en el Metroon, la posterior Atenea puramente espiritual tal y como la representa Esquilo y como la concibe la religion helénica desarrollada representa al derecho paterno, que surge a partir de este fundamento espiritual.

Johann Jacob Bachofen

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