lunes, 15 de agosto de 2011

las raíces negadas

Maria Zambrano escribe: "Las raíces negadas a la función de soportar peso, pierden el ser fundamento. Avidas ellas, por mimetismo, arrastradas por el vicio de la repetición, devoran el cuerpo que habían dejado salir, se enredan en él, se confunden con él, son él. Y siguen, prosiguen su reptar apegándose hasta penetrar a un cuerpo nuevo, al cuerpo prometido que se alza sostenido por la docilidad de su raíz, que se hace así como madre, pues sólo hay propiamente madre cuando nace un cuerpo nuevo, un cuerpo hacia la luz que cumple su promesa. Sólo hay madre en el cumplimiento de una promesa de la vida a la luz."

"Ciega va la vida derramándose, dándose en sobre abundancia. Buscando en su indigencia -tiene sobre todo sed- se cruza a sí misma, interpone su cuerpo ávido al derramarlo. Cada rama aquejada de la misma ansia que la primera se interpone con mayor ahínco ante el cuerpo buscado, el “cuerpo perseguido”. Mas este entrecruzamiento le inflige y le ofrece una nueva dirección. Una dirección inédita repite el reptar de las raíces bajo la luz al seguir la dirección hacia arriba, hacia la luz contraria a las raíces que ahora soportan ya algo también inédito para ellas: un peso".

"Un peso, una carga -en términos humanos una invisible responsabilidad, tributo de lo escondido bajo la luz a lo que va hacia ella-. ¿Podría ocurrir esta transformación sin que soportar encuentre resistencia, sin que la inédita, revolucionaria, dirección hacia la luz despierte en las adormidas, somnolientas sierpes de abajo ansia alguna de erguirse ellas a su vez o de sacudirse el peso para seguir yaciendo en la libertad de su somnolencia, sepulcro primero de libertad? Y en esta encrucijada se establecerá una diferencia decisiva entre los cuerpos de la vida a quienes sus raíces se negaron a soportar, a quienes se les negó el cuerpo nuevo, y aquellos otros que de modo y manera más o menos cumplida lograron o pudieron al menos mantener su pretensión. Queda el tallo blando, viscoso siempre, que por un momento se yergue o se disfraza de lo que se puede erguir: impotencia que se resuelve en falacia aspirante a ese mimetismo que se logra al fin en la planta parásita".

"¿Depende todo ello del sueño, del sueño de las raíces sierpes? La sierpe de la vida, la sierpe de la vida -¿alguna otra sierpe habrá enroscada en este universo?- acecha, irrumpe y desaparece como la primera insuficiente materialización de un sueño. Sombra de un cuerpo en busca de un lugar, a punto de borrarse pero indestructible en su levedad y, como los sueños, sin nacimiento. La sierpe de la vida ha salido a la luz como una firma imborrable, como una advertencia de alguien a quien le costará muy caro, pues que tendrá que dejarla proseguir e irla dotando incansablemente, pues eso es lo que la sierpe pide: dote. Y más tarde esposo y ya desde el comienzo algo así como amor, amor que repare el descuido y que lo eleve. Si todos los cuerpos celestes giran, si el universo astro gira, ella, la sierpe de la vida aparecida aquí, obedece, sigue este movimiento y se enredará siempre en su movimiento originario, anillo desprendido de la frente de algún astro o de algún ser más alto, más luciente y oculto que todos los astros imaginarios y habidos".

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