jueves, 25 de agosto de 2011

ser mujer equivale a no ser hombre

En efecto fue en el origen sencillamente algo distinto del otro, el género femenino ha quedado practicamente asimilado hoy a un no masculino. Es decir, definimos a la mujer en su defecto del otro. No por su propia definición. Es lo que con toda tranquilidad enuncia el psicoanálisis, en su teoría y en su práctica de la envidia del pene o del falo. Pero tal realidad corresponde únicamente a una época de la cultura y a un estado de la lengua. En tal caso, la liberación de las mujeres no pasa por “convertirse en hombres” o en envidiar objetos o partes del hombre, sino por que los sujetos mujeres den un nuevo valor a la expresión de su sexo y de su género. Lo que es completamente distinto.

La liberación por la simple igualdad en la posesión de bienes o por el acceso a una subjetividad del mismo valor para los dos sexos es un malentendido que actualmente sostienen varias teorías y prácticas sociales: una de ellas es el psicoanálisis y otra, en cierta medida, el marxismo. Sus discursos han sido elaborados por hombres y redactados en lengua alemana. Hoy gozan de un éxito relativo entre las mujeres de los países que hablan alemán porque la marca del género se expresa en las relaciones sujeto-objeto. Así ciertas mujeres alemanas, inglesas o americanas pueden, por ejemplo, reivindicar la igualdad en la posesión de bienes y marcarlos con su género. Una vez realizada esta operación, abandonan eventualmente su derecho a la marca del género en el plano del sujeto, y critican el establecimiento de una relación consciente entre el cuerpo sexuado y el lenguaje tachándolo de planteamiento “sustancialista”, “ontologista”, “idealista”, etc. Todo ello nace de una mala comprensión de las relaciones entre los cuerpos individuales, el cuerpo social y la economía lingüística y esta incomprensión alimenta muchos malentendidos en el mundo dicho de la liberación femenina.

Para muchas feministas anglosajonas -y más generalmente, para las de lengua alemana- basta con obtener un puesto en la universidad o con haber escrito un libro para sentirse liberadas. Se trata de puesto “suya” y de libro “suya”, y este apropiarse en la posesión parece satisfacerlas. A mi modo de ver hay que ser un “sujeto” femenino libre. En un caso, la liberación femenina pone el acento sobre la igualdad de derechos relativos a la posesión de bienes: la diferencia entre hombres y mujeres se sitúa en la naturaleza, cantidad y, a veces, cualidad de los bienes conquistados, poseídos. En el otro caso, la liberación sexual exige el acceso a un estatuto subjetivo, individual y colectivo, valorable por su condición de mujer. El acento recae en la diferencia de derechos entre sujetos masculinos y sujetos femeninos.

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