domingo, 14 de agosto de 2011

el feminismo en Virginia Woolf, a modo de introducción

Me he encontrado que hay un feminismo el de Virginia Woolf, que se atarea más en que la mujer escriba y escriba bien y que además ve cualidades innatas en las mujeres que ella dice carecen los hombres. Y me encontrado, sin embargo, otro feminismo que es el de la autora que estoy descubriendo ahora, María Zambrano, que es distinto, ella hace más por que la mujer no destaque, porque nos valgamos de nuestros propios recursos, porque vivamos un poco de la paciencia, de ceder ante los otros, realmente esto parece ser una postura resignada del feminismo conservador, pero yo quiero apostar nuevamente por María Zambrano, y ver que en sus palabras hay también un feminismo de vanguardia, de luz para la nueva época de la mujer, una mujer que empieza hoy a luchar.

Es muy dificil dar con esa voz personal, y que nos sugiera una emocion. Y a veces es la emocion que las satura lo que las hace incomprensibles. La facultad de sugestión es lo que dice Virginia Woolf extraña en la forma de escribir de muchos hombres, para ella en estos escritores lo malo es que sus sentimientos no se comunican: su inteligencia está como aislada en cámaras distintas; ni un sonido va de una a la otra. Carece de poder sugestivo, parece tosca e inmadura, si es lícito generalizar, no dará en ella con esa fuente de vida inmortal. Hay pocos poetas en verdad.



En una lista de poetas aquí están los que salvó Virginia Woolf: Coleridge, Wordsworth, Byron, Shelley, Landor, Keats, Tennyson, Browning, Arnold, Morris, Rossetti, Swinburne.

Se refería a los ultimos cien años contemporáneos a ella. Por alguna razón oscura ella veía en los demás escritores grandes, como Klipling u otros, alguna traba que cegara el manantial de la energía creadora y lo redujera a límites estrechos.

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Aquí quiero empezar como un diálogo de la mujer con la mujer, es una forma de retomar este antiguo trabajo y esta antigua idea, reconozcámonos a nosotras mismas, establezcamos una ilusión, un vínculo genealógico con el derecho de la madre y reconozcámonos en él; se trae el derecho del privilegio materno, el de las Danaides y las Amazonas, el de Atenea que brilla con una luz intermedia entre Apolo y Dioniso. También interesa hablar de las Erinnias y de Orestes, como una continuación de la fuerza purificadora del derecho y de cómo termina venciendo en el Derecho del hombre. Y se hace un estudio a través de la leyes y la historia, pero también a través del poder moderno, sus mecanismos psíquicos de poder, la prestancia y la ilusión y los juegos ocultos del poder; se busca también un análisis filosófico con todo ello, volvemos a las teorías de la Beauvoir y las confrontamos con las más modernas de Judith Butler y de Luce Irigaray, ambas mujeres irredentas, mujeres que asumen con absoluta naturalidad su sexo pero al mismo tiempo lo plantean como una auténtica lucha contra las ideas de la época, contra el derecho patriarcal, contra las fuerzas imperantes del poder absoluto moderno.

Esther Llull

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