lunes, 15 de agosto de 2011

la expresión de la tragedia, las huellas y los mitos

En realidad estamos asistiendo a una modificación del uso de la lengua por parte de ciertos filósofos que están volviendo al origen de su cultura. Así­ Nietzsche, Heidegger (y antes Hegel) cuestionan sus fundamentos griegos y religiosos, y Derrida, su relación con los textos del antiguo textamento. Este gesto va unido al recurso a un estilo próximo al de la tragedia, al de la poesí­a, de los diálogos platónicos, de la expresión de los mitos, parábolas o actos religiosos, es una vuelta hacia el momento en que la identidad masculina se constituye como patriarcal y como falocrática. Todos estos filósofos -salvo Heidegger- se interesan expresamente en la identidad femenina, a veces en su identidad como mujer o como femineidad.

Al principio de la época del patriarcado, lo que se produjo entonces fue una transvaloración o una inversión de todos los valores que el hombre habí­a heredado. Las culturas griegas, egipcias, romanas nos proporcionan ejemplos citados por Bachofen y otros, especialmente, Heródoto, Hegel, Eliade, etc., por no hablar de la evolución de los mitos y de las tragedias, griegos en particular, que nos proporcionan huellas escritas de las tradiciones ginecocráticas y matriarcales. Además de los textos numerosos vestigios puramente artí­sticos testimonian la existencia de culturas aborí­genes diferentes a nuestra civilización actual, culturas que la nuestra ha heredado no sin censuras e inversión de unos valores que, a veces, resurgen a través de las normas patriarcales. La inversión de esos valores es lo que constituye una pieza a partir de la cual todo se ha empezado a transvalorar.

Se pretende situar los hechos en el justo equilibrio que estaban al principio, cuando se respetaba el principio demetríaco del derecho materno, como ha estudiado Bachofen. Antiguamente las Amazonas eran mujeres guerreras pero eran mujeres así porque intentaban liberarse de la dominación y el envilecimiento sexual masculino a que se las sometía, de ahí derivó en un derecho materno o principio demetríaco, basado en la maternidad y en la exclusividad matrimonial, ya no existía la mujer hetaira, aunque podía existir para algunos ritos iniciáticos; pero, de esta manera, la mujer era la que heredaba todos los bienes de su familia, pues el hombre sólo estaba interesado en la caza y en el juego, y sólo tenía como propiedad un arco, eso era todo. En estas sociedades los derechos se transmitían de las mujeres a su hijas, y ellas eran las que buscaban esposas a sus hermanos. Claro eran sociedades muy primitivas, pero donde ya se ve un esfuerzo por "espiritualizar" por medio del principio materno el principio telúrico material de la vida. Que después triunfará con el principio paterno, pero porque es la propia mujer la que consiente y condesciende ante el hombre, por admiración hacia él y su valor.

Traigo la obra de un autor, Johann Jacob Bachofen, y su “Du règne de la mère au patriarcat”, que trata sobre los mitos como expresiones históricas y que dan testimonio de las organizaciones ginecocráticas que existieron en ciertas épocas. Su investigación se basa en algunas de las culturas que han dado origen a las nuestras pero que aún están cercanas. Las tradiciones ginecocráticas -que lejos de reducirse al matriarcado comprenden también las épocas del reinado de las mujeres en tanto que mujeres- preceden al patriarcado, pero no se remontan al tiempo de las cavernas, al auriñaciense o a las costumbres de ciertos animales como se dice en algunos medios supuestamente científicos. Para eso, las culturas griegas, egipcias, romanas nos proporcionan ejemplos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario